Amo los días en que el sol
no se hace esperar y la dulce compañía
ruega por llegar,
mis tardes proximas
a tu veranito de cambios
y yo cerca de tu orilla buscando
que excusa para dejar de ver la tv
para remitirme a tus olvidadas entrañas,
rogamos a Dios que la noche se haga corta
y el amanecer nos aguarde otra vez.
Sabes que la espera no fue rotunda,
y que el destino
nos guardaba más que bombones con ese
saborcito a caminos nuevos,
tú como siempre
induces las bondades de esta realidad
tan ansiada de ti.. que demoró
como todo, para abrirse al umbral que necesitábamos.
Después de todo no es tan malo esperar-te,
en tus ojos.
Ya sabes, aunque ya no hay esperas.
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