No está permitido
soñarnos, ni en un hoy
ni tal vez un mañana por la tarde,
perdiste la esperanza
de tenerme en tus ganas,
porque el reloj hoy
conspiró en tu contra,
porque no supiste tomar
en serio mi risa tan infantil.
Y no sé,
a veces se hace un sacrilegio creer,
y también no creer.
Y si hay un que perder,
no se si hay un tú que se haga cargo.
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